Receta de mi abuela, quien aprovechaba los magros filetes sobrantes de esta guisa, y que, a petición popular y por falta de sobras, ya que éramos una familia digamos de buen apetito, empezó a hacerlos motu suyo con gran rejocijo y contento por mi parte. La pieza ideal es la espaldilla, concretamente la parte de la espaldilla que tiene una rayita en medio. Acojonantes.
Necesitas:
- Un par de filetes de espaldilla por comensal caen fijo
- Calcula un cuarto de cebolla y media zanahoria por persona
- Harina, sal, pimienta, aceite y agua, y si quieres, una pastilla: no la necesita, pero gracia sí le da.
Y más fácil es que no pué ser:
Plis: Se corta en trozos grandes la cebolla y la zanahoria, sin mucha sutileza, y se fríe en abundante aceite un par de minutos, escurriéndola bien después y posándola en el fondo de una olla.
Plas: Los filetes yo también los parto en dos o tres trozos, que sin son grandes se romperán; se sazonan, se pasan por harina y se fríen en el mismo aceite, que habrá de estar caliente pero no humeante, poco tiempo, lo justo para que cojan color. Se colocan bien escurridos sobre la cebolla y la zanahoria, se cubren con agua, se añade pastilla si se quiere, y a cocer a fuego muy bajito. Para que estén blandos que se deshagan en la boca les llevará como una hora y media, y habrá que vigilar de vez en cuando para que no se peguen ni se queden sin agua. Para que la salsa quede espesita y alucinantemente cremosa, se quita el aceite de la sartén donde se ha frito todo y se aprovecha el culillo, renegrido de la harina, pero que al mezclarse con el agua da una salsa marrón estupenda.
Y ya está. Un puré de patatas casero o de bote, y a darle al diente, que son tres días.
Se conserva fenomenal una semana en la nevera, y se puede congelar sin trastorno alguno de sus sabrosas cualidades